Quisiera no extrañarte ni sentir todo el cariño que te tengo,
Pero es inevitable no quererte,
Me miras y me derrito, sonríes y sé que te quiero.
Yo siento que te quiero, pero solo faltas tú.
El tiempo pasa y me doy cuenta que no soy nada sin ti,
Que a pesar de haber dicho y re jurado que te olvidé,
La verdad es otra.
Solo faltas tú y nada más que tú,
Tú que me haces feliz, me haces sonreír con tan solo una palabra,
Me haces sentir que no importa nada más si puedo quererte como hace años pude.
Solo faltas tú en este corazón vacío que te grita quiéreme,
Por favor quiéreme.
miércoles, 28 de julio de 2010
lunes, 12 de julio de 2010
Antes y ahora, muy similar...
Será verdad eso que dicen, que siempre tenemos algún tema pendiente?
Será cierto que es mejor terminar ese tema, a pesar que las respuestas sean adversas a lo que quisimos desde el momento en que decidimos dejar pasar el tiempo?
No sé hasta qué punto sea bueno o malo remover sentimientos, pero como dicen algunos es algo que tarde o temprano teníamos que hacer.
Que el miedo me o nos embargue cuando estamos en esa situación, asumo que es normal, pues hay una posibilidad, grande, de perder a alguien que queremos.
El anhelar más tiempo como el ayer, es común en mí, al igual que querer regresar el tiempo y ponerle pausa cuando estaba feliz. Es imposible, lo sé, pero creo que el seguir deseándolo no se borrará de mi mente.
Olvidar? Es un dilema, pues creo que nunca olvidaremos a alguien que fue y es importante, que quise, quisimos y aún queremos. Simplemente, pienso, los sentimientos cambiarán, serán menos intensos, pero llegará el día en el que nos topemos frente a frente y sé que sentiré la misma emoción que sentía tiempo atrás, que sienta aquellas cosquillas o mariposas, como queramos llamarlo, en el estómago, la indescriptible emoción y felicidad al verte llegar.
Se puede controlar los pensamientos, pero no ocultar los sentimientos, pues son libres como el viento. He intentado ocultar la tristeza antes los demás, también he luchado para no salir de mi caparazón, es inevitable.
Podrías mirarme a los ojos, me conformo con poco, no tienes que decir nada, solo abrázame como aquellas veces en las que con o sin motivo lo hacías.
La espera, será interminable, prometí hacerlo y a pesar de no cumplir mis promesas, esta y otra más son las que hasta ahora cumplo y no se me ha pasado por la mente dejar de esperarte.
Decidí fingir que no me importas, fallé. Decidí inventar historias en mi memoria que me quitara el dolor y alguna manera para no extrañarte como hasta hoy lo hago, como supuse desde el principio no pude.
Esta noche o cualquiera que elijas te invito a ser feliz, comenzar desde el punto que quieras, alcanzar las estrellas y seguir con la amistad.
jueves, 8 de julio de 2010
Dale alegría a mi corazón..
Y dale alegria, alegria a mi corazón,
es lo unico que te pido, al menos hoy.
Y dale alegria, alegria a mi corazón,
afuera se iran la pena y el dolor.
Y YA VERÁS,
LAS SOMBRAS QUE AQUÍ ESTUVIERON NO ESTARÁN.
Y YA VERÁS,
BEBAMOS Y EMBORRACHEMOS LA CIUDAD.
Y dale alegria, alegria a mi corazòn,
es lo unico que te pido, al menos hoy.
Y dale alegria, alegria a mi corazón,
y que se enciendan las luces de este amor.
Y YA VERÁS
C�MO SE TRANSFORMA EL AIRE DEL LUGAR.
Y YA VER�S
QUE NO NECESITAREMOS NADA MÁS.
Y dale alegria, alegria a mi corazón,
que ayer no tuve un buen dia, por favor.
Y dale alegria, alegria a mi corazón,
que si me das alegria estoy mejor.
Y YA VERÁS,
LAS SOMBRAS QUE AQU� ESTUVIERON NO ESTAR�N.
Y YA VER�S
QUE NO NECESITAREMOS NADA MÁS.
Y dale alegria, alegria a mi corazón,
es lo unico que te pido al menos hoy.
Y dale alegria, alegria a mi corazón,
afuera se iran la pena y el dolor.
martes, 6 de julio de 2010
De mal humor desde las 9 a.m.
Es sabido por mis amigos, amigas, familiares, conocidos o todo aquel que sabe siquiera algo de mí, que detesto que me despierten o bueno, que lo hagan de una fea manera.
El día no ha amanecido bien. Eran las 9 de la mañana aproximadamente y empezó lo que hasta ahora es, un mal día.
La calma, tranquilidad y el silencio que reinaba en mi casa, se vio interrumpido por el sonido del timbre del teléfono y como es costumbre mía, cuando estoy durmiendo o dormitando no contesto al llamado. Sin embargo, hoy fue diferente.
Mis abuelitos no habían llegado de la casa de mis primos, pues todos los lunes van a dormir a la casa de ellos. Pensé que quizás serían ellos los que llamaban para decirme que se demorarían un poco más de lo habitual.
El teléfono sonaba una y otra vez, yo renegaba en sueños. Por fin, paró de sonar. Cuando me disponía a acomodarme para seguir durmiendo, volvió a sonar. Con cólera y renegando decidí contestar.
Con voz de dormida y molesta, estiré mi brazo, busqué el teléfono y levanté al auricular y para mi sorpresa no eran mis abuelitos, pues ese fue el motivo por el cual decidí contestar, era una amiga pidiéndome que la acompañe a recoger un encargo. Está demás decir que detesto que me despierten, pues me da dolor de cabeza, reniego y estoy de mal humor todo el día.
La conversación creo que ni llegó a los dos minutos. Solo quería colgar y seguir durmiendo. Claro, hay un pequeño detalle en todo esto. Luego que me despierto o me despiertan, no puedo volver a dormir, salvo que sea un pequeño el lapso el que estoy “despierta”.
Volví a acurrucarme, pues hace mucho frío, me envolví cual momia en mis frazadas y edredón, en los instantes que recuperaba mi sueño y sería feliz, pues no estaría de mal humor todo el día, volvió a sonar el teléfono. Todas las lisuras que conozco intentaban salir de mi boca y en mi mente las iba recopilando una a una dependiendo la intensidad, la primera letra con la que empieza la palabra o simplemente por orden de recuerdo.
Contesté, era Esteban, mi primo, mi mejor amigo, mi hermano y ahora la persona que más estaba odiando. Le dije “qué quieres, estaba durmiendo”, se rió y me respondió “Ajá, estabas durmiendo”. Lo odié aún más. Me pidió un favor, que por cólera en primera instancia le dije que no lo haría, luego mientras tomaba el desayuno, le mandé un mensaje de texto y le dije que está bien, lo acompañaría a comprar.
Mi desayuno no fue el mejor que haya podido tener. Mientras intentaba freír un huevo, me quemé con el aceite, no fue mucho, pero hizo que reniegue más de lo que ya estaba renegando. No había pan para comer, pensé en salir a comprar pan, en pijama claro, no pensaba cambiarme, pero preferí no salir, puesto que podría atropellarme algún carro, pues definitivamente, hoy no es mi día. Intenté leer el diario mientras tomaba mi leche, la verdad no pude hacerlo, pensaba en otro problemita que desde anoche tengo, sigo renegando.
Ya es mediodía, sigo en pijama, echada en mi cama, escuchando música de la lap top, dando vueltas por mí cuarto, subiendo y bajando las escaleras de mí casa, repitiéndome una y otra vez que tengo que ducharme, pues Esteban vendrá a la 1.
Sé que aún le quedan horas al día, que quizás pueda mejorar la mala mañana que he tenido, pero la verdad es que nadie quitará que haya estado renegando desde temprano, que me duela la cabeza y que esté sin ganas de nada, más que estar acurrucada en mi cama y retroceder el tiempo, que den las 9 de la mañana, el teléfono no suene y yo no me haya despertado.
El día no ha amanecido bien. Eran las 9 de la mañana aproximadamente y empezó lo que hasta ahora es, un mal día.
La calma, tranquilidad y el silencio que reinaba en mi casa, se vio interrumpido por el sonido del timbre del teléfono y como es costumbre mía, cuando estoy durmiendo o dormitando no contesto al llamado. Sin embargo, hoy fue diferente.
Mis abuelitos no habían llegado de la casa de mis primos, pues todos los lunes van a dormir a la casa de ellos. Pensé que quizás serían ellos los que llamaban para decirme que se demorarían un poco más de lo habitual.
El teléfono sonaba una y otra vez, yo renegaba en sueños. Por fin, paró de sonar. Cuando me disponía a acomodarme para seguir durmiendo, volvió a sonar. Con cólera y renegando decidí contestar.
Con voz de dormida y molesta, estiré mi brazo, busqué el teléfono y levanté al auricular y para mi sorpresa no eran mis abuelitos, pues ese fue el motivo por el cual decidí contestar, era una amiga pidiéndome que la acompañe a recoger un encargo. Está demás decir que detesto que me despierten, pues me da dolor de cabeza, reniego y estoy de mal humor todo el día.
La conversación creo que ni llegó a los dos minutos. Solo quería colgar y seguir durmiendo. Claro, hay un pequeño detalle en todo esto. Luego que me despierto o me despiertan, no puedo volver a dormir, salvo que sea un pequeño el lapso el que estoy “despierta”.
Volví a acurrucarme, pues hace mucho frío, me envolví cual momia en mis frazadas y edredón, en los instantes que recuperaba mi sueño y sería feliz, pues no estaría de mal humor todo el día, volvió a sonar el teléfono. Todas las lisuras que conozco intentaban salir de mi boca y en mi mente las iba recopilando una a una dependiendo la intensidad, la primera letra con la que empieza la palabra o simplemente por orden de recuerdo.
Contesté, era Esteban, mi primo, mi mejor amigo, mi hermano y ahora la persona que más estaba odiando. Le dije “qué quieres, estaba durmiendo”, se rió y me respondió “Ajá, estabas durmiendo”. Lo odié aún más. Me pidió un favor, que por cólera en primera instancia le dije que no lo haría, luego mientras tomaba el desayuno, le mandé un mensaje de texto y le dije que está bien, lo acompañaría a comprar.
Mi desayuno no fue el mejor que haya podido tener. Mientras intentaba freír un huevo, me quemé con el aceite, no fue mucho, pero hizo que reniegue más de lo que ya estaba renegando. No había pan para comer, pensé en salir a comprar pan, en pijama claro, no pensaba cambiarme, pero preferí no salir, puesto que podría atropellarme algún carro, pues definitivamente, hoy no es mi día. Intenté leer el diario mientras tomaba mi leche, la verdad no pude hacerlo, pensaba en otro problemita que desde anoche tengo, sigo renegando.
Ya es mediodía, sigo en pijama, echada en mi cama, escuchando música de la lap top, dando vueltas por mí cuarto, subiendo y bajando las escaleras de mí casa, repitiéndome una y otra vez que tengo que ducharme, pues Esteban vendrá a la 1.
Sé que aún le quedan horas al día, que quizás pueda mejorar la mala mañana que he tenido, pero la verdad es que nadie quitará que haya estado renegando desde temprano, que me duela la cabeza y que esté sin ganas de nada, más que estar acurrucada en mi cama y retroceder el tiempo, que den las 9 de la mañana, el teléfono no suene y yo no me haya despertado.
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